09 noviembre 2010

Los jóvenes del resguardo Zenú

Las y los jóvenes no sólo son el futuro sino también el presente de Colombia. La dinámica demográfica y social que hoy vive el país marca las demandas sociales, culturales, políticas y económicas que tiene la juventud colombiana. Y es que la juventud, no es sólo una etapa de formación, no es sólo una etapa de preparación. Los jóvenes tienen algo que decir ante la realidad que les toca vivir y no sólo en futuro, sino también en el presente.
Los jóvenes hacen creer que los cambios son posibles; hacen ver que la juventud no está tan perdida y que aún es posible tener el sueño de vivir en el campo, en la finca, trabajando y sembrando alimentos, cultura, esperanzas, progreso y armonía con la naturaleza. Quedan entonces invitadísimos a conocer una pequeña muestra de la gran juventud de los Zenúes.
Gustavo Muslazo, habitante de la comunidad de Cruz del Guayabo, abrió las puertas de su finca y nos contó sobre su experiencia en la Asociación ASPROAL. Podemos decir que es un joven alegre, trabajador siempre dispuesto a colaborar, siempre tiene una sonrisa franca a flor de boca para regalar. Los niños, los animales e inclusive todas las plantas lo quieren. Todo porque trata con respeto y amor a cada uno de los seres que creó la naturaleza.
Tiene cinco años de estar trabajando en la asociación donde ha desarrollado muchísimos proyectos, que, como él mismo expresa son proyectos motivadores que han mejorado la calidad de vida de toda la familia. Sus sueños se ven expresados en estos proyectos que ha compartido con muchos. Y con muy poca edad, ye ha participado en varios programas de gallinas ponedoras, hortalizas, e incluso ya ofrece charlas sobre medio amiente, salud y la importancia de la agroecología como forma de vida.
Este joven sabe que la aculturación es uno de los problemas graves por el que los jóvenes se ven afectados. Al no valorar la tradición autóctona de la región, los jóvenes se van del territorio, porque es difícil luchar y trabajar por algo que no se quiere, por algo que no se siente nuestro. Así se pierden los valores, y los jóvenes en la ciudad adquieren prontamente costumbres ajenas a las de su cultura.
Nosotros los jóvenes tenemos que actuar en el presente, conocer lo que nosotros tenemos en nuestro territorio, todo lo que nos enseñaron nuestros ancestros, darnos cuenta de la enorme importancia de la cultura Zenú y lo que la tierra nos ha dado.
Gustavo tiene claro lo que quiere: para el sustento de su familia quiere montar una porqueriza de cerdo criollo y un galpón de gallinas ponedoras, y al mismo tiempo desea que su comunidad se integre a ASPROAL para que conozcan, valoren lo que tienen y que se provean de herramientas para construir un porvenir venturoso.
Definitivamente, el espíritu, el empeño de muchos jóvenes por quedarse en el territorio es de admirar; es cierto que hay nuevo interés y nuevos programas en las instituciones públicas y privadas, con el ánimo de interpretar las condiciones y necesidades de los jóvenes indígenas en cuanto representan el futuro y las generaciones de relevo. Sin embargo, no se ha enfatizado lo suficiente en su papel y sus necesidades presentes, que son causales principales para abandonar las zonas rurales.
El trabajo de la Recar y las asociaciones con los jóvenes parte de la comprensión de las necesidad es actuales de los jóvenes. Es así que ha impulsado programas y acciones para que los jóvenes no se vean frustrados en sus aspiraciones de establecer propias capacidades de autoemprendimiento o de inserción en la economía rural. Con proyectos agroecológicos, de huertas caseras, con formación política y de liderazgo, con formación para el desarrollo de habilidades comunicativas, artísticas, entre otras, los jóvenes Zenúes tienen la oportunidad de participar como sujetos activos del desarrollo de su territorio. La Recar es conciente de la necesidad de preparación y capacitación de los jóvenes, por eso busca que los programas ofrecidos den herramientas para que los procesos y proyectos iniciados por los jóvenes, se sostengan en el tiempo y así evitar que los jóvenes emigren del territorio, lo que asegura que el resguardo y la cultura Zenú no desaparezcan.

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